martes, 5 de noviembre de 2013

¿QUÉ ME HA SUPUESTO LEER "MAL DE ESCUELA"?

El libro de Daniel Pennac, me ha parecido bueno y no tan bueno al mismo tiempo:

Pienso que es un libro que, todo aquel que quiera dedicarse a la docencia, debería tener muy presente pues te ayuda a comprender mejor a los posibles alumnos y a ti mismo con una enorme cantidad de situaciones totalmente válidas para llegar a experimentarlas algún día. Es decir, creo que es un libro excelente para pensar y crecer como futuro docente y como persona.
Por otra parte, no me pareció tan bueno a nivel literario pues me fué muy costoso de leer, con esa estructura tan poco continua, con saltos en el tiempo y entre capitulos, supongo que para gustos colores, quizás no sepa apreciar ese tipo de literatura... de todas formas me quedo con lo importante, me quedo con que es un libro que aporta mucho y da mucho que pensar y aunque, no de claves para solucionar el camino de un posible "zoquete" en potencia si que te permite ver, con otros ojos, la realidad de las dificultades que tienen algunos niñ@s en la educación, lo cuál no te da una solución pero si te allana el camino...



El libro “Mal de Escuela” tiene mucho de autobiografía, pues el escritor habla de sus años como mal alumno y de sus experiencias posteriores como profesor. Tiene bastante de análisis de algunas cuestiones educativas, pues combate con energía el espíritu de queja con el que unos echan las culpas a los otros del fracaso escolar, y porque habla de los métodos que usa y que, según su experiencia, funcionan, como son el dictado y el aprendizaje memorístico. Tiene también algo de crítica social pues arremete contra los reportajes periodísticos alarmistas sobre jóvenes marginales, que generalizan sucesos que no dejan de ser más que anécdotas, y no es precisamente amable con quienes hablan y actúan como si la misión de los docentes fuera tarea fácil.

En el comienzo plantea su objetivo, hablar del dolor compartido del zoquete, sus padres y sus profesores y de la interacción de esos pesares en la escuela. Y, después de una presentación de sí mismo como un chico problemático que no comprendía nada en la escuela, cuenta cómo se produce su cambio y cómo decide llegar a ser profesor con especial dedicación a... los zoquetes.

Hay muchas partes de este libro con las que me he sentido identificado pues pienso que siempre he sido un "zoquete" y que, en cierta manera, lo sigo siendo... pero por destacar, me gustaría hablar de dos partes del libro en especial:
La primera es un fragmento bastante temprano en el libro, en la página 26, apartado 11 del capítulo primero. Alrededor de estas palabras se desarrollan todos los acontecimientos posteriores...

     "A todos los que hoy imputan la constitución de bandas solo al fenómeno de las  banlieues, de los suburbios, les digo: tenéis razón, sí, el paro, sí, la concentración de los  excluidos, sí, las agrupaciones étnicas, sí, la tiranía de las marcas, la familia monoparental, sí, el desarrollo de una economía paralela y los chanchullos de todo tipo, sí, sí, sí... Pero guardémonos mucho de subestimar lo único sobre lo que  podemos actuar personalmente y que además data de la noche de los tiempos pedagógicos: la soledad y la vergüenza del alumno que no comprende, perdido en un mundo donde todos los demás comprenden. 
Solo nosotros podemos sacarlo de aquella cárcel, estemos o no formados para ello. 
     Los profesores que me salvaron —y que hicieron de mí un profesor— no estaban formados para hacerlo. No se preocuparon de los orígenes de mi incapacidad escolar. No perdieron el tiempo buscando sus causas ni tampoco sermoneándome. Eran adultos enfrentados a adolescentes en peligro. Se dijeron que era urgente. Se zambulleron. No lograron atraparme. Se zambulleron de nuevo, día tras día, más y más... Y acabaron sacándome de allí. Y a muchos otros conmigo. Literalmente, nos repescaron. Les debemos la vida."

Este capítulo me ha gustado mucho porque habla de aquellos profesores que de verdad se empeñan en hacer lo que saben, enseñar y educar, cueste lo que cueste.

Enlazado con este fragmento viene otro en el que se habla de las diferencias de los niños de antes y los de ahora y cómo los diferencia a través de la metáfora del jersey tricotado por la madre y de la Gran Madre Marketing...

"Así pues, el alumno tal cual es, eso es todo.
«Ten cuidado —me avisaron mis amigos cuando comencé la redacción de este libro—, los alumnos han cambiado mucho desde tu infancia, e incluso desde que hace doce años dejaste de enseñar. No son en absoluto los mismos, ¿sabes?»
Sí y no.
Son niños y adolescentes de la misma edad que yo a finales de los años cincuenta, ese es al menos un punto de semejanza. Siguen levantándose muy temprano, sus horarios y sus mochilas siguen siendo muy pesados y sus profesores, buenos o malos, siguen siendo el manjar preferido en el menú de sus conversaciones, y ya van tres puntos en común más.
¡Ah!, una diferencia: son más numerosos que en mi infancia, cuando los estudios terminaban para muchos con el diploma de enseñanza elemental. Y son de todos los colores, al menos en mi barrio, donde viven los inmigrantes que han construido el París contemporáneo. El número y el color son diferencias notables, es cierto, pero que se esfuman en cuanto abandonan el distrito XX, sobre todo las diferencias de color. Cada vez son menos los alumnos de color cuando bajas de nuestras colinas hacia el centro de París. No queda casi ninguno ya en los institutos que rodean el Panteón. Muy pocos alumnos moronegratas en el centro de nuestras ciudades —digamos que la proporción de la caridad— y henos aquí de nuevo en la blanca escuela de los años sesenta.
No, la diferencia fundamental entre los alumnos de hoy y los de ayer debe buscarse en otra parte: no llevan los jerséis viejos de sus hermanos mayores. ¡Esta es la verdadera diferencia! Mi madre tricotaba un jersey para Bernard y, cuando crecía, me lo pasaba. Y lo mismo con Doumé y Jean-Louis, nuestros hermanos mayores. Los pullovers de nuestra madre eran la inevitable sorpresa de Navidad. No llevaban marca, ni etiqueta en la que pusiera jersey mamá; sin embargo, la mayoría de los niños de mi generación llevaban jerséis mamá.


Hoy, no; la Gran Madre marketing se encarga de vestir a mayores y pequeños. Viste, alimenta, da de beber, calza, toca, equipa a cada cual, provee al alumno de electrónica, le pone sobre unos patines, bici, scooter, moto, patinete. Le distrae, le informa, le conecta, le propina una permanente transfusión musical y le dispersa por los cuatro puntos cardinales del universo consumible, ella es quien le duerme, ella es quien le despierta y, cuando se sienta en clase, vibra en el fondo de su bolsillo para tranquilizarle: Estoy aquí, no tengas miedo, estoy aquí, en tu teléfono móvil, ¡no eres un rehén del gueto escolar!"

Es cierto, los tiempos han cambiado y es algo que nadie recalcó en las exposiciones de la pasada clase de EdMov. (Esto me lo permito ya que es una entrada post-exposción) 
Os dejo aquí una viñeta donde creo que se refleja muy bien lo que me produce a mi ese fragmento del libro. ¡Hasta la próxima!



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